Menstruar = Delito

En Bogotá hay casi diez mil personas que habitan la calle y que no pueden acceder a un baño. No pueden cagar. No pueden mear. Tres mil de esas personas deben atender su menstruación. Tampoco pueden. Pedir un baño es atreverse: la discriminación es la norma. Las personas que habitan la calle y deben atender su menstruación se enfrentan a la negación del derecho a la ciudad. Cerradas las puertas de los restaurantes y las cafeterías están cerradas, los baños públicos de esta metrópoli de ocho millones de habitantes son invisibles Y así, cruzando avenidas, pidiendo limosnas y sorteando el asedio de la Policía, estos cuerpos asumen su proceso desde el señalamiento, la invisibilización y el abandono. Botellas, trapos sucios, sábanas que sirven como un biombo improvisado entre los andenes, agua recogida en cualquier parte, el dolor siempre. 


EDITORES Y PRODUCTORES:

Carolina Lenis, Laura Ramos, Andrea Ramos y Andrés Rosero.

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